Bichos



                      No entiendo por qué me miran así. Sus ojos se clavan en mí como si fuera un bicho raro: como si no formáramos parte de la misma especie, como si yo no fuera humana. Es tan raro... Quiero decir, estamos todos creados de la misma forma: todos necesitamos aire para respirar y tenemos sangre en nuestras venas. Y aún así, siguen mirándome raro. Intento explicarles que somos iguales y nada. No me hacen caso: nunca me hacen caso. ¿Se piensan que mi opinión vale menos que la suya? ¡Qué todos necesitamos aire! ¡Qué todos necesitamos oxígeno, y tenemos sangre!

                     Pero nada. Siguen ignorándome y yo sigo sin entenderles. Es algo que nunca ha cabido en mi cabeza. Somos iguales y me miran como un bicho raro, como si yo fuera diferente. ¿Por qué? Somos iguales, ¿no? Ya sé que me repito mucho, pero es que es una idea que tengo grabada desde siempre. Y no puedo asimilar lo contrario. Vamos a ver: tenemos una vida, ideas e ilusiones. Soñamos. Sí, todos soñamos: papá me dice que esa es una de las cosas que más nos une. Si todos tenemos lo mismo....

                   A lo mejor... A veces pienso que la rara no soy yo y lo son ellos. No tienen que ser muy normales si rechazan a alguien que es igual que ellos. Quizá están podridos: tienen a algo dentro que los pudre. Y los corroe. Y los hace ser malos. Como en las películas esas en las que se meten alienígenas dentro y hacen que los humanos se ataquen entre ellos. Me resulta difícil pensar que alguien rechace a alguien porque sí. Así que es eso, alienígenas. Monstruos. Seres descompuestos. 

                   No son humanos; tienen bichos dentro. Bichos muy malos. Necesitamos a Simba con Timón y Pumba para que se los coman. Son la única esperanza para salvar a la humanidad.




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