._.

 

—No dejes que el dolor me destruya. No permitas que me hunda en el océano oscuro del miedo, de la impotencia, de la incertidumbre. No me dejes, por favor... 

La chica contempló los ojos de su enemigo; eran fríos, distantes. Como si le importara bien poco lo que le ocurriera.

—Sálvame, te lo suplico.

Y entonces fue cuando entre la penumbra salió corriendo un lobo. Aquel agresivo animal, se lanzó violentamente sobre ella y empezó a desgarrarle la carne con fiereza. La chica gritó, impotente; dándose cuenta de que no podía hacer nada contra aquella bestia. Su mirada se clavó en la de su enemigo y se cuestionó por qué le había pedido ayuda.

¿En qué momento había ocurrido todo aquello?

Su enemigo seguía con los mismos fríos ojos con los que la había contemplado, cuando ella le imploró ayuda; con los mismos fríos ojos, indiferentes, a los que les daba igual lo que a aquella joven le ocurriera.

—El calor desaparece de mi cuerpo —musitó la chica, moribunda; tirada sobre la gélida estepa en la que yacería hasta el final de sus días. El lobo se alimentaba de la sangre que emanaba del pecho de la joven.

Ahora, la chica era consciente de lo sola que estaba. 
Ahora, la chica era consciente de que necesitabaa su enemigo,
pues era lo más parecido a un amigo que tuvo
en su corta vida.


 

 No entiendo por qué he escrito ésto. No tiene sentido ._.
 

1 naufragios:

Laura Ankariva dijo...

¡Qué triste es que haya considerado por un momento a su enemigo como un amigo! ¡Qué triste es pedir ayuda y que no te hagan caso...!

Me ha gustado, aunque es muy triste para mi gusto...

¡Un beso! :)

 
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